A todos nos pasa que tenemos días más productivos y otros en los que valía más haberse quedado en el sofá leyendo un buen libro, y al menos hubiéramos aprovechado el tiempo. Ser productivos no es sólo una cuestión económica y empresarial, también nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos y puede significar la diferencia entre estar motivados o indolentes. Grandes preguntas de la Humanidad: ¿Qué fue primero la motivación o la productividad?
Lo que sí está claro es que hay ciertas circunstancias que van a ayudarnos a estar más motivados o al revés, que van a suponer un obstáculo insalvable. Aquí te dejo algunos ejemplos en los que a lo mejor te ves reflejado:
Hacer un trabajo que no te gusta
Normalmente le dedicamos un mínimo de 8 horas diarias a nuestro trabajo, lo que significa un tercio de nuestro día, un tercio de nuestra vida. Así que si no estás haciendo un trabajo que te guste y la sensación de infelicidad y decepción es demasiado grande, es un signo inequívoco de que ha llegado el momento de empezar a buscar algo nuevo.
Está claro que si el trabajo que haces no te gusta es muy difícil sentirse motivado. Y me atrevo a escribir que esta sería una de las causas del absentismo laboral en las empresas.

No saber cómo decir no
Hay personas que no saben decir “no”. Ya sea por vergüenza, por “el qué dirán”, por miedo a ser rechazados por los demás… Pero tener tiempo para nosotros mismos, para nuestra familia y para disfrutar de lo que nos gusta es fundamental, e incluso puede llegar a tener implicaciones en nuestra salud. Así que es muy importante aprender a poner límites y darnos cuenta de que el mundo no se acaba al decir “no” a alguien.
En el mundo laboral también podemos encontrarnos con problemas similares. Con el agravante del miedo a perder el empleo si rechazamos determinadas peticiones. Por eso es determinante que seamos conscientes de nuestras capacidades y que llevemos algún sistema de organización del trabajo. De esta forma podremos declinar ciertas peticiones con la conciencia tranquila y además pudiendo demostrar la falta de tiempo o aptitud.
Luchar contra las cosas que se pueden controlar
O dicho de otra manera: Colaborar con lo inevitable. Ya sea en el entorno profesional o en personal hay ciertas situaciones que se van a producir aunque no nos gusten. Lo mejor sería evitar estas circunstancias, pero cuando no dependen de nosotros, no sirve de nada oponerse y esforzarnos en intentar cambiar algo sobre lo que no tenemos ningún poder.
Esa resistencia nos supondrá un esfuerzo adicional. Por nuestra propia salud mental debemos aceptar lo que no está en nuestra mano cambiar.
Poner la salud en segundo lugar
Hacer deporte, estar descansado y poder hacer pausas de vez en cuando son un “must” en nuestra vida profesional. Son absolutamente necesarios para tu salud, tanto psicológica como física. Si te encuentras decaído y cansado está claro que no podrás ser eficiente en tus tareas. Y si esto se prolonga en el tiempo puedes incluso llegar a enfermarte.
Así que nunca dudes cuando se trate de tu propia salud. El trabajo no es lo más importante, ni para ti ni para tu jefe. Son las propias empresas las primeras a las que les interesa que los trabajadores estén sanos.

Posponer la toma de decisiones
La procrastinación permanente no es saludable porque crea un estrés innecesario, especialmente cuando se trata de decisiones importantes. Conduce a un estado de incertidumbre y malestar. Posponer por tiempo indefinido una decisión difícil sólo conseguirá prolongar la ansiedad que nos produce.
Ese estrés y ansiedad tampoco van a ayudar nada a que seamos productivos y nos sintamos motivados. Así que cuanto antes seamos capaces de romper esa barrera de inacción antes nos sentiremos aliviados.
Querer ser demasiado perfeccionista
Las personas demasiado perfeccionistas suelen tener dificultades para ser productivas al enredarse en pequeños detalles. El dicho “Lo perfecto es enemigo de lo bueno” tiene aquí todo el sentido. Y sobre todo a la hora de empezar nuevos proyectos (como un doctorado o un proyecto de emprendimiento) el perfeccionismo es otra de las barreras con las que nos encontramos.
Conseguir un resultado perfecto no es siempre lo más importante. Y muchas veces el esfuerzo requerido para llegar al último escalón de la perfección, supera con mucho el esfuerzo de los cientos de escalones anteriores.
Muchas de estas actitudes son propias de las personas. Mientras que en otras ocasiones se llegan a normalizar en determinados ambientes laborales y se convierten en males endémicos de algunas empresas. Sea cual sea nuestro caso, más vale ser conscientes de que estos problemas existen, que pueden afectar a nuestra motivación y rendimiento (e incluso a nuestra salud), y que por supuesto tienen solución.
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